Pich i Pon, el alcalde de los gazapos
Se cumplen 75 años de la muerte de un edil que dejó muchas frases para la historia y que tuvo como digno sucesor a Joan Clos
Vida | 21/05/2012 - 00:06h
La política es una de las profesiones que más se presta a los gazapos. Quien más quien menos cuenta en su currículum con algún lapsus jocoso, pero hay verdaderos maestros en el arte de traspapelar conceptos. Hoy se cumplen 75 años de la muerte de uno de los más destacados en esta materia: el alcalde de Barcelona Joan Pich i Pon. El paso del tiempo ha ido diluyendo la figura de este peculiar político e incluso las célebres frases que tanto divertían a sus contemporáneos y que fueron bautizadas como piquiponianas. El propio protagonista reconocía sus errores y se jactaba de ellos: “El otro día dije una deórgano…”, afirmó en una ocasión, haciendo gala de todo su talante.
De familia muy humilde, triunfó como empresario del sector de la electricidad. “Fue lo que los americanos llaman un self-made man”, apunta el historiador Daniel Venteo. “De formación lampista y sin estudios, llegó a la cúspide del escalafón político en Barcelona y Catalunya”, añade antes de recordar que “a excepción de su acta de regidor y diputado, sus máximas responsabilidades fueron gracias a nombramientos directos de sus protectores políticos de Madrid, no por el resultado de las urnas”. Y fue así como, durante el bienio negro, se convirtió en la persona que ha ocupado más cargos en Catalunya. “Fue nombrado alcalde de Barcelona entre enero y octubre de 1935 y designado gobernador general, es decir, presidente interino de la Generalitat suspendida”, aclara Venteo.
Vinculado al Partido Republicano Radical de Lerroux, Pich i Pon “era un político al servicio de los intereses empresariales de la ciudad, y en especial de los especuladores del suelo”, afirma Venteo. No en vano, una de sus frases recordadas, contemplando la ciudad desde el Tibidabo, fue: “¡Cuánta propiedad urbana!”.
Una de sus principales aportaciones fue el proyecto de la Exposición de Industrias Eléctricas, que acabó convirtiéndose en la Exposición Internacional de 1929, de la que fue comisario regio junto a Francesc Cambó. En la inauguración del evento, pronunció otra de sus frases célebres frente el rey Alfonso XIII: “Majestad, ante sus pies la ubre”, en lugar de la 'urbe'. Elescándalo del estraperlo acabó con su vida política en el 35. Se exilió nada más empezar la Guerra Civil y murió en París el 21 de mayo de 1937.
Colección de piquiponianas
“Pich i Pon ha pasado a la historia más por sus salidas de tono que no por su legado como alcalde”, afirma Venteo. “Sus piquiponianas se convirtieron en un arma política que sus adversarios utilizaron sin piedad”, comenta Josep Maria Albaigès, que ha recopilado sus principales frases en el libro La divertida incultura. No obstante, sus pifias verbales también sirvieron para aumentar su popularidad. “La revista Mirador pagaba tres pesetas a cada lector que enviaba una digna de ser publicada, aunque algunas se las inventaban los propios periodistas, según me han contado algunos que trabajaron allí”, explica Albaigès.
Ante la gran proliferación de piquiponianas, hoy en día resulta difícil determinar cuáles fueron reales y cuáles inventadas, aunque algunas quedaron registradas. “Quizás la primera fue la frase de exaltado patriotismo que pronunció en un acto público: Al oír cantar la Marsellesa, se me erizan los pelos del corazón”, recuerda Albaigès.
La colección es extensa. Aquí van algunos ejemplos:
-“Soy partidario del homosexualismo, es decir, que hombres y mujeres puedan amarse y dejarse cuando les parezca bien”.
-“En la Rambla de Catalunya han abierto un restaurante con luz genital”.
-“Para mí, el tirano más famoso fue el Tirano de Bergerac”.
-En una visita al Parque de la Ciutadella como presidente de la comisión de parques y jardines, el responsable le sugirió comprar góndolas, a lo que respondió: “Sí, pero no una, sino dos: un macho y una hembra. ¡Que críen, que críen!”.
-Tras asistir a un entierro, explicó: “Yo y otro regidor estuvimos allí de cuerpo presente”.
-En una de las primeras acciones como alcalde dijo categórico para iniciar su cargo: “Bueno, empecemos con la A: Acienda”.
-Refiriéndose a un lapsus sufrido por el político Bosch Labrús en un discurso: “Fue un simplelapislázuli”.
-Era laico y en un entierro civil auguró: “Llegará un día en que los entierros se harán sin curas y sin difunto”.
La base de la piquiponiana: déficit formativo
“En más de una ocasión se le ha bautizado, con razón, como un alcalde analfabeto porque no sabía, literalmente, ni leer ni escribir”, explica el historiador Daniel Venteo. “Su caso no deja de ser ejemplar, porque a pesar de esto, supo situarse en el ámbito profesional y político, aunque no cultural”, añade Albaigès. El mismo Pich i Pon afirmó en una ocasión. “Yo no sé firmar, pero sé hacer mucho dinero”. “Su ignorancia era muy conocida, llegó a decir cacatúas por estatuas, entre muchas otras”, recuerda Venteo.
El déficit formativo es uno de los motivos que pueden causar los gazapos. “Cuando queremos aparentar conocimiento y utilizamos una palabra que nos suena pero no conocemos muy bien, que es de baja frecuencia, se nota muchísimo, como es el caso de Cyrano por tirano”, explica Nuria Sebastián, catedrática de psicología de la Universitat Pompeu Fabra. Pero hay más motivos que causan los lapsus, según la experta, como “falta de atención, cansancio, distracción…” e incluso una patología, la afasia, consistente en “una lesión del cerebro que provoca problemas en el uso del lenguaje”.
Sebastián puntualiza que “existen los lapsus fonológicos, cuando dos palabras se parecen en la forma (tirano por Cyrano); y los conceptuales o semánticos, cuando se parece el significado (perro por gato). Cuando hablamos queremos decir una serie de cosas y el cerebro activa las palabras que corresponden a ese concepto. Por ejemplo, si veo un perro, el cerebro activa 'animal de cuatro patas' y después las palabras 'gato', 'perro' y una serie de animales con conceptos similares. El cerebro tiene mecanismos que controlan que lo que quiero decir sea lo que acabo diciendo”. Pero este sistema a veces falla.
La escuela de Pich i Pon
Pich i Pon no es el único político conocido por sufrir gazapos ni tampoco por dar pie a neologismos como fue el caso de las piquiponianas. Sin salir del ayuntamiento de Barcelona, muchos años después, Pasqual Maragall popularizó sus maragalladas, aunque en este caso se trataba más de ideas ingeniosas que sorprendían incluso a sus propios compañeros de partido. Pero, sin duda, el gran sucesor de Pich i Pon fue el alcalde Joan Clos.
“Clos era consciente de sus lapsus lingüísticos, y seguramente incluso le divertían”, recuerda el historiador Daniel Venteo. Lo suyo no fueron los estrenos de cargo. Cuando tomó posesión como alcalde de Barcelona tras derrotar a Convergencia i Unió en las elecciones de 1999, dijo: “Prometo ejercer el cargo por mi consciencia y unión”, en lugar de honor. Y al estrenar la cartera de ministro de Industria, juró como ministro de Justicia. Los gazapos de Clos también han sido dignos de colección. Muchos de ellos están recogidos en el libro L'hereu d’un trencaclosques (El heredero de un rompecabezas) de Joaquim M. Pujals.
De Pich i Pon a Clos van 62 años de alcaldía barcelonesa. Ambos y Maragall, curiosamente, impulsaron los tres grandes acontecimientos vividos por Barcelona en los últimos cien años. Respectivamente: la Exposición Internacional del 29, el Fòrum de las Culturas y los Juegos Olímpicos. “El caso de Pich i Pon es diferente: su ignorancia no estaba al servicio de causas bien intencionadas sino de determinados intereses que contribuyeron decisivamente a enrarecer el complejo clima político y social de la Barcelona de preguerra”, sentencia Venteo. Y como diría el propio protagonista: “Por fin se me ha ajusticiado”.